Remediación Familiar…
Cuando proponemos desde nuestro equipo acudir a mediación familiar, lo hacemos en el convencimiento de que cuando falla la comunicación, podemos ganar mucho incluyendo en los puentes que se nos han roto, parches especializados en reparar, aunque sea provisionalmente, el camino y que el tráfico pueda llegar a buen puerto.
Una relación de pareja que se termina no es el final de las vidas de cada uno como individuo. Como abogado familiar me gustaría no tener trabajo. Como persona, menos. Como ser humano que es consciente de que el mundo por desgracia no es el ideal que nos venden las películas infantiles, sé que mi trabajo es necesario.
Mezclando las tres afirmaciones anteriores: abogado familiar, persona y ser humano, me encuentro con divorfacil. Ayudamos a los que merecen ayuda, e intentamos ayudar a los que creemos que pueden necesitar esa ayuda.
Mediación familiar no es la panacea ni es una varita mágica o pastilla milagrosa que hace que el problema se evapore. Mediación familiar no es terapia de pareja. Mediación familiar es reconstruir los puentes de comunicación para cerrar nuestro capitulo de pareja respetándonos a nosotros mismos, y para respetarnos a nosotros mismos debemos ser capaces de respetar a la que ha sido nuestra pareja. Si falla el respeto, falla todo lo demás y todo se va a la mierda.
Pocas veces el rencor es buen consejero. Cuando alguien se va dando un portazo, esa puerta queda herméticamente cerrada, y si el día de mañana tenemos que volver a abrirla, aunque sólo sea para pedir un pedacito de pan porque la suerte no nos haya sonreído, será muy difícil que el hermetismo se rompa y pueda abrirse mínimamente.
Si tenemos hijos, en el futuro siempre tendremos algún motivo que no sea pedir para llamar a esa puerta… La cordialidad fluye desde el respeto.